Por Guy Claxton - Profesor Emérito de Ciencias de la Educación de la Universidad de Winchester y, Profesor invitado de Educación en el Kings College de Londres.
¿Qué tipo de formadores de mentes debemos ser si queremos que nuestros estudiantes adquieran una mentalidad creativa y obtengan buenas notas? Es una actitud frente a la vida, y todo el mundo la necesita. Se trata de un compuesto de hábitos mentales que incluyen la curiosidad, el escepticismo, la imaginación, la determinación, la habilidad en el trabajo manual, la colaboración y la autoevaluación.”
Al
hablar de educación, normalmente nos centramos en dos dimensiones. La primera:
¿Qué debemos enseñar a los niños? La segunda: ¿Cómo sabremos que lo han
aprendido? Currículo y evaluación. Son dos temas que dominan el debate
educativo en todo el mundo. Pero existe, todavía, otra dimensión; menos obvia
pero mucho más importante: ¿Cómo logramos que utilicen la mente? ¿Qué tipo de
competencias de aprendizaje conseguimos que nuestros estudiantes utilicen? ¿Qué
tipo de formación en el uso de la mente se está impartiendo, día sí día
también, en nuestras escuelas? Sabemos que la mente humana está formada por
rutinas del pensamiento, muchas de los cuales se desarrollan en la escuela.
Así, pues, debemos estar seguros de que los hábitos mentales que enseñamos son los
que nuestros jóvenes realmente necesitarán.
El
docente influye de un modo importante en las competencias mentales que los
estudiantes activan en las aulas.
En matemáticas, podemos enseñar las diferentes disciplinas de un modo que formemos a los estudiantes para detectar problemas (no solo para
resolverlos) y fomentemos su disposición a la curiosidad y una actitud
colaborativa.
Otra opción es enseñar las disciplinas de un modo que reforcemos su
tendencia a la pasividad, dependencia e instrumentalidad. Por ejemplo, podemos explicar la historia
de la Segunda Guerra Mundial de un modo que fomente la empatía y la tolerancia; o podemos impartir la materia como si solo hubiese un único punto de vista correcto.
"Hace unos días conversé con un grupo de profesores de historia, y
tocamos el tema de la falta de conciencia crítica en los jóvenes al navegar por
la red. Daban por bueno cuanto aparecía en Wikipedia. Estuvimos de acuerdo en
que un escepticismo sano frente a las reivindicaciones de conocimiento era un
hábito mental bastante útil en el siglo presente. Y yo les dije: Sólo
confirmadme, si podéis, que el modo en que impartís historia a los estudiantes
de noveno grado está diseñado para desarrollar una actitud crítica frente a las
reivindicaciones de conocimiento de la que ahora (con bastante derecho a
hacerlo) os quejáis que no tienen. Y debo decir que se hizo algo de silencio.
Porque nunca se les había ocurrido que un tema de la historia podría utilizarse
como un mecanismo de ejercicio para ejercitar una actitud vital para el siglo
XXI como es el escepticismo, en oposición a una inclinación disfuncional a
creer cuanto leen".
Cada profesor deberá decidir, de modo consciente o inconsciente, qué clase de formación mental se desarrollará en su aula; el docente es un formador de mentes, situado en algún lugar en un proceso continuo que va desde la construcción de la conformidad, a la construcción de la inteligencia creativa. ANA MARGARITA ALMAZÁN ARIZMENDI.
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